Tratamientos de las varices (I): introducción y medicamentos

Un tema frecuente de interés para el gran público suelen ser los tratamientos para las varices: ¿Cómo se pueden eliminar las varices, y en qué consisten estos tratamientos?

Varices

A lo largo de las siguientes semanas publicaremos una serie de artículos explicando cuáles son los tratamientos actualmente disponibles para las varices o situaciones afines (como las arañas vasculares), en qué consisten, cuál es su eficacia REAL, en qué casos se debe escoger cada modalidad en concreto, y qué resultados a largo plazo podemos esperar de cada uno de ellos.

En el siglo XXI ya disponemos de un buen número de diferentes tratamientos para las varices. Siempre que hay muchas opciones significa que no existe ninguna definitiva y mejor que las otras, así que es importante saber escoger cuál es la ideal para cada paciente y para cada situación. Como siempre, tu cirujano vascular es quien mejor te puede aconsejar a este respecto.

A grandes rasgos, dividiremos los tratamientos para las varices en dos tipos: tratamientos conservadores y tratamientos invasivos.

Arañas vasculares

En general, cuando en medicina hablamos de “tratamientos conservadores” nos referimos a aquellos que no implican cirugía ni ninguna maniobra agresiva o invasiva contra el cuerpo. También los llamamos “tratamientos médicos” en contraposición a los “tratamientos quirúrgicos”. A modo de introducción diremos que los tratamientos conservadores para las varices son de tres tipos:

  1. Los farmacológicos (llamados venotónicos).
  2. Una serie de medidas y ejercicios que llamaremos higiénico-posturales.
  3. Y, por supuesto, las medias de compresión elástica.

La virtud de todos estos tratamientos conservadores es que no agreden el organismo con ninguna actuación irreversible, y por tanto podremos emplearlos no sólo como tratamiento sino también como medida preventiva de la aparición de varices, o como complementarios a alguno de los tratamientos invasivos destinados a eliminarlas. Por contra, ninguno de ellos es capaz en realidad de eliminar las varices.

Existen diversos fármacos (genéricamente llamados venotónicos) cuya actividad pretende ser mejorar la insuficiencia venosa, bien a través de reducir el calibre de las venas, bien “mejorando la circulación” de formas poco aclaradas. La mayor parte de ellos aportan estudios científicos que supuestamente avalan su eficacia, aunque la calidad de estos estudios no suele compartir el mismo rigor y fiabilidad que los que se les exige a otros medicamentos de manejo más delicado. La realidad que vemos cada día en la consulta son pacientes que han ido cambiando de uno a otro, llegando a probar varios de ellos y explicando que no encuentran mejoría con ninguno.

La mayor parte de estos venotónicos proceden de extractos naturales de plantas, como la diosmina (que se extrae de la corteza de la naranja), el meliloto, los rutósidos o el castaño de indias (y otros). Rara vez provocan efectos secundarios, y sí es cierto que un pequeño porcentaje de pacientes refieren mejoría al tomarlos (se estima que en torno al 10%). Por lo tanto mi mejor consejo es:

  • Los medicamentos, sean del tipo que sean, siempre bajo prescripción médica, y
  • Si usted percibe beneficio con uno de ellos, entonces tómelo; si no nota ninguna mejoría es mejor dejarlo, ¿para qué tomar un medicamento del que no se va a obtener beneficio?

Una nota de importancia: al comentar que algunos pacientes notan mejoría nos referimos exclusivamente a una mejoría en los síntomas percibidos. En ningún caso los medicamentos son capaces de curar las varices o siquiera reducirlas. Ninguno de ellos.


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